8 de octubre de 2012

 Sentada en una silla mirando fijamente a una pared oscura, meto una uña entre otra uña, estoy nerviosa, ansiosa y noto una pequeña presión en el pecho que viene y va. Son ganas de llorar, lo sé, pero no vienen, no salen lágrimas de mis ojos. Algo me preocupa, algo que se acerca. Pienso en más cosas a la vez, en el. Tengo miedo, miedo de verdad, nunca había sentido esto antes, nunca. Me siento vacía, sin sentir nada, sin emociones. Me muerdo los labios, no puedo evitarlo, es mi manera de indicar que algo me pasa. Pestañeo, miro al techo, bajo la cabeza, todo sigue igual. Los minutos corren, el tiempo pasa y cada vez queda menos y hay una presión más grande. Mi corazón late, cada vez más deprisa, puedo escuchar los latidos perfectamente, se notan. No me siento segura conmigo misma, ni hablando con nadie excepto el. Yo y mi manía de pasarme las uñas por los dientes cuando me siento rara y no sé que hacer. Ha ocurrido, una lágrima desciende por mi mejilla, asciende la respiración. Hiperventilo, ¿qué ocurre? Ni idea. Pero el me ha  tranquilizado, ha hecho que me sienta mejor y que las cosas sean diferentes.

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